Cap 12 Los pertenecientes a la tierra

Cap 12

Los pertenecientes a la tierra

Luego de quedarse unos días en la casa de Arlem. Ceres, Sissifo, Boreal, Laxio, Arlem y Sectia siguieron el camino hacia la tercera tierra, allí se encontrarían con un gran problema: Al volverse tan desconfiados nadie podría entrar, nadie.

- Parece que nos tenemos que volver – dijo Sectía.

Había una enorme barrera de espinas, ortigas, barro, hongos venenosos que les impedía llegar al pueblo.

- Nunca pensé que se hubiesen vuelto tan desconfiados.

Ceres cerró los ojos se acercó y toco una de las ramas, la rama se corrió, como si supiese que no le iba a hacer daño.

Un rumor se corrió por todo el pueblo, unos extraños habían cruzado la barrera de espinas. Quien los había visto era Sauce, el hermano real, heredero del ejército…
Ceres y los demás lograron cruzar la barrera, se encontraron con un lugar de ensueños, flores por donde mires, árboles fuertes, verdes, altos y grandes, pasto de un verde hermoso.

- Me había olvidado de cómo era esto – dijo Sectía – de lo hermoso que es, y de lo lleno de vida que está.

En eso llegó Sauce, se acercó los miró muy seria y detenidamente. Luego se quedó viendo un rato largo a Sectia, dijo:

- ¿Sectia?

- Sí, soy yo.

- Ha pasado mucho tiempo…, dejaste de ser una niña.

- Así es amigo – luego mirando a los demás dijo – Él es Sauce, hermano de Arwel.

- Ya se sus nombres: Sissifo, Arlem, Boreal, Flame y tú debes ser Ceres.

- Sí – dijo el chico.

-¿Cómo es que sabes nuestros nombres? – preguntó Laxio

Sauce sonrió.

- Ese es mi don, con solo verlos ya sé su historia.


Sauce era chico de ojos celestes como el cielo, cabello verde como el pasto del lugar, serio, fuerte y valiente. El mejor guerrero de su clase.

- Ya estás en casa – dijo Sauce mirando a Sectia.

- Así es… ¿Y Arwel?

- Bueno ella se encontró con Shisis. Se dio cuenta que se equivocó y fue a buscarte, pero en el camino se encontró con Shissis.

-¿Cómo está?

- Ven, sígueme.

Pasaron por el campo lleno de flores, lleno de hermosas fragancias y perfumes, por el bosque encantado y por fin llegaron a la casa de Sauce…

- Abrí la puerta dijo…

Ni bien abrió la puerta de la pieza la vio, estaba encerrada con los ojos cerrados, dentro de una especie de crista verde, transparente, enorme y hermoso.

Sectia saco la espada y fue directo a cortar ese cristal

- ¡Noo! – gritó Sauce.

Ese grito la detuvo en seco, Sectía guardó su espada, Sissifo la miraba parecía triste, pues lo estaba.

- Eso la mantiene viva y sana – dijo Sauce – si lo rompes morirá.

Ceres recordó las palabras de Arlem:

“No todo en la vida tiene un final feliz y perfecto.”
- Ni siquiera en estos lugares – pensó.

- ¿Qué pasó?- preguntó Sissifo.

- Arwel fue a buscarla, yo la quise acompañar, pero me dijo que podía defenderse sola – contaba- Tardó más de lo nosotros tardamos, tardaba y no volvía. Yo y tres guardias la fuimos a bucar, la encontramos en el suelo ya tenía el cabello de un verde muy oscuro, sus ojos se volvieron furiosos y grises. Su piel era pálida. En eso bajaron Neka y Server mandaron a Shisis a la cueva. Allá a donde pertenece. Pero Arwel ya estaba muriendo, Neka construyo un enorme cristal que le da vida y la mantiene sana, recuperó sus colores. Pero no la podemos sacar de ahí, si sale muere.

- Yo tuve que haber vuelto o insistido – decía Sectia casi sin voz.


- No es tu culpa – dijo Arlem – Fue su elección. Pensa que ella quiso arreglar las cosas, enmendar ese daño.

Pero a Sectia eso no le servía, a una persona como ella los consuelos no le sirven. Y Ceres lo sabía.
Ceres se tiró en el pasto y pensó:

- Laxio, la canción de cuna, ocultar a un heredero, los padres de Sectia y ahora esto.

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- Sufre mucho – decía Server desde arriba.

- Conoció el dolor, lo vio reflejado en los demás – decía Ragnar .

- Si hubieras bajado antes – le reprochaba Server.

-¿Yo? ¿Por qué no bajaste antes vos? Son tus descendientes.

- Vos sos parte de este plante  o ¿No?

- Conoces mi historia – dijo bajando la mirada

Zaid observaba.

- La historia de un cobarde.

-¡¿Qué dijiste?! – dijo Ragnar sacando su espada.

- ¡Basta! – grité.

- Lei!

Rara vez suelo interferir, pero a veces es necesario.

- Ceres dejo de ser un niño, tenía que conocer el dolor de alguna forma.

Me había tranquilizado, aunque ellos rara vez lo hacían.

- Ragnar calmate – dijo Shiori

Ragnar la miró a los ojos, guardó su espada y se fue devuelta a su pieza.

- Es la única que lo puede tranquilizar – dijo Zaid.

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Arlem se acercó, lo vio llorar y dijo:

- Sentis impotencia ¿Verdad?

- Mucha. No es justo, no es justo – dijo - ¿Por qué? ¡¿Por qué?!  - dijo pegándole a un árbol y tirándolo abajo.

- Tranquilo… ya pasará hay que aprender a vivir con eso.

Ceres iba aprendiendo que la vida no es color de rosa. Que sufrir y llorar también es vivir, Arlem también había sufrido en la vida.

Ambos entraron a la casa y se quedaron viendo a Arwel

- ¿Está consiente? – preguntó Ceres casi con miedo. Sactia lo miró.

- No – dijo Sauce  cerrando los ojos – está en un profundo sueño.

-¿Puede hablar u oír? – volvió a preguntar.

- Si te fijas bien el cristal está suspendido en el aire, así no siente nada.

Ceres estaba haciéndose fuerte con el correr de los días….

Boreal se acercó y poniendo una mano sobre su hombro dijo:

- Es parte de la vida, Ceres. El dolor es parte de la vida.

- Lloras cuando te lastimas, lloras cuando sentís impotencia. Sufrir también es vivir – decía Arlem.

- Tienes que hacer de ese dolor tu fortaleza – dijo Sissifo – Mira a Laxio, conoces su historia, nunca ha dejado que eso sea un impedimento para seguir. ¡Arriba!

Ceres se levantó, secó sus lágrimas, no sonreía pero había dejado de llorar, se juró terminar con su tarea y encontrarse con esos seres cara  a cara.  Era hora de seguir.