Distopia de un gobierno

Decidieron ponerle al libro: Crónicas de un gobierno perfecto. ¡Perfecto! Al editor tengo que decirles un decirle un par de cosas respecto al nombre.
Este lugar en el que vivo dista mucho, pero mucho, de ser perfecto.

Por empezar no sabemos ni conocemos quien es el o la que nos gobierna, no tenemos idea siquiera de cuáles son sus reglas, leyes o sus ideologías. Solo lo sabemos cuándo infringimos, sin darnos cuenta, alguna ley y vamos a la cárcel. Tampoco tenemos idea de cuáles son las penas, sabemos sí que hay pena de muerte. Irónicamente sabemos que hay pena de muerte por matar. No tenemos idea de en qué se basan las les o cuáles son sus fundamentos.

Un día una persona dijo que vio salir un coche de la casa magistral, negro y largo, como una limusina, alguien intento ver atraves de vidrio pero recibió una golpiza por eso.

Conocemos o sabemos que hay gente que quiere romper ese orden, gente infiltrada dirían ellos, aliados los llamo yo. Pero el gobierno de alguna manera los expulsa, ya que de alguna manera se entera de ello. No sabemos quiénes son nuestros verdugos, ni porque está aliados al gobierno. Sabemos que son un conjunto de personas que nos gobierna no solo él o ella. Así por lo menos tenemos la tranquilidad de saber que no es una monarquía.

Aunque extrañamente no somos nosotros quienes lo o la elegimos. No lo van a creer, pero no lo van a creer! Saben quiénes los eligen, el pueblo de al lado que son en su mayoría nuestros detractores. Nosotros, por decirlo así, elegimos a nuestros concejeros que a su vez eligen consejeros de cada región para ayudar a formar las leyes y demás. Pero no todo el pueblo puede votar, solo aquellas “personas cultas”: Escritores, doctores, ingenieros, economistas, artistas, filósofos, empresarios, abogados, planificadores, arquitectos, algún que otro ecologista y algún que otro policía. Según la teoría y la practica seguida por esa misma teoría solo ellos saben lo que es lo mejor para el pueblo. Nadie sabe con certeza si esa regla se cumple. Tenemos alguna idea de cómo piensan esas personas cultas, pero las que piensan como nosotros rara vez se les permite votar.